Ese es el significado que da a la palabra el maestro Gonzalo de Berceo, cuando en Milagros de Nuestra Señora habla de "todas las leyendas que son del Criador" y en otros pasajes, aunque también alude ocasionalmente a leyendas de forma más general; en otros autores el significado de la palabra se extiende a lecturas no solamente piadosas. Su significado posterior se profaniza como lectura de algo no ajustado estrictamente a la historia y con valor poético. Es durante el Romanticismo cuando la leyenda se vuelve sinónima de lo conocido en el siglo XIX como "tradición popular".
En literatura, una leyenda es una narración ficticia, casi siempre de origen oral, que hace apelación a lo maravilloso. Una leyenda, a diferencia de un cuento, está ligada siempre a un elemento preciso (lugar, objeto, personaje histórico etcétera) y se centra menos en ella misma que en la integración de este elemento en el mundo cotidiano o la historia de la comunidad a la cual la leyenda pertenece. Contrariamente al cuento, que se sitúa dentro de un tiempo ("érase una vez...") y un lugar (por ejemplo, en el Castillo de irás y no volverás) convenidos e imaginarios, la leyenda se desarrolla habitualmente en un lugar y un tiempo precisos y reales; comparte con el mito la tarea de dar fundamento y explicación a una determinada cultura, y presenta a menudo criaturas cuya existencia no ha podido ser probada
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